El niño y la niña tienen un cuerpo y los sentidos son parte él, una parte fundamental porque son los encargados de recibir la información del entorno. El cerebro recoge esa información y la clasifica: decide qué le interesa y qué no, omite detalles y amplifica otros, discrimina y resuelve qué está percibiendo el cuerpo.
Este sistema es por tanto esencial para el desarrollo de los pequeños porque en la medida en que sean capaces de percibir y discriminar los estímulos de su entorno podrán ir adquiriendo conocimientos a través de sus experiencias.
Este proceso se realiza normalmente de manera casi intuitiva y a través de él los peques van adquiriendo los conceptos básicos sobre tamaños, colores, texturas, situación espacial, temperatura, dureza, formas, etc.
En la escuela solemos abordar estos conceptos a través de fichas que, en muchos casos, no responden a la realidad que los peques están viviendo. Si hacemos una ficha de grande-pequeño sin que haya habido un trabajo previo de reflexión nos quedamos en poner la pegatina o colorear y muchos de los peques no reflexionan sino que sencillamente se fijan en qué hace el compañero y hacen lo mismo.
Tenemos entonces dos aspectos básicos del desarrollo infantil:
- La Educación de los Sentidos y la Percepción: para aprender a discriminar la realidad.
- Los Conceptos Básicos: para saber clasificarla y comprenderla.
Ambos aspectos a su vez se interrelacionan y no van uno sin el otro, porque para que al ver un limón yo diga que es amarillo tiene que haberse percibido y tenemos que conocer ese color, conocimiento que como digo es fruto es experiencias anteriores.
Educamos los sentidos tomando conciencia de lo que estamos percibiendo. Por otra parte los sentidos son cinco y TODOS son importantes. En nuestro sistema educativo se da preponderancia a la vista y el sonido, pero ¿acaso no son importantes los olores, las texturas, los sabores? Cada elemento de nuestra realidad es susceptible de ser percibido por todos nuestros sentidos y en la medida en que los peques toman control sobre esa capacidad van desarrollando una visión más completa y holística del mundo en el que vive.
La Cesta Viajera es uno de esos proyectos globalizadores que permiten, de un plumazo, trabajar la mayor parte de las capacidades (y competencias básicas) del ser humano. Tienen una proyección longitudinal, o sea, se realiza a lo largo de todo el curso y por eso se puede ir conectando con los centros de interés que estemos abordando en cada momento. Permite además la colaboración de la familia y los peques encargados de traerlas se sienten verdaderos protagonistas cuando llegan a clase con la cesta cargada de comida: es una manera de cuidar a sus compañeros y compañeras.
La Cesta Viajera es una amiga de mimbre que va viajando por las casas de los diferentes compañeros y compañeras de la clase. Cada uno irá compartiendo con todos los demás algún alimento,normalmente propio de la época en la que estemos.
Preparación de la actividad:
Todo comienza el LUNES (a veces el martes), es el día en que se va la cesta y el que se decide qué alimento va a traer y para ello sopeso qué me interesa trabajar en esa sesión. Por ejemplo, si estamos en otoño y quiero abordar los frutos de esta época pueden traer mandarinas, nueces, castañas, granadas, uvas... Si estoy trabajando el círculo la uva es una buena opción pero también la mandarina. En otras ocasiones estoy trabajando el cuadrado y entonces pido galletas cuadradas y redondas, o puede que chocolate, para ver cómo los cuadrados juntos forman un rectángulo. Otras veces sencillamente es más divertido traer helados en verano o torrijas en Semana Santa. En ocasiones son los mismos niños y niñas los que deciden qué traemos esa semana. De cualquier modo siempre se le saca partido al alimento elegido.
Coloco una tarjeta con el nombre del niño encargado de traer la cesta, el alimento elegido y por detrás de la tarjeta se escriben unas indicaciones a los papas sobre lo que tienen que meter dentro de la cesta.
Coloco una tarjeta con el nombre del niño encargado de traer la cesta, el alimento elegido y por detrás de la tarjeta se escriben unas indicaciones a los papas sobre lo que tienen que meter dentro de la cesta.
Trabajamos los alimentos de la cesta en la asamblea
El viernes es el día en que suelo hacer esta actividad. En gran grupo recibimos la cesta, preguntamos cosas sobre cómo ha conseguido los alimentos a quién la trajo, hablamos de forma general de qué tipo de alimento es y de dónde procede... y finalmente empezamos el trabajo sensorial:
Se reparte una unidad (si lo permite el alimento) a cada peque y sino lo van pasando unos a otros, y empezamos a examinarlo sentido a sentido:
LA VISTA: observamos el color, si es único o cambia, los tonos, si brilla o es mate, si hay transparencias, su forma, detalles de la superficie, tamaño...
EL TACTO: liso o rugoso, frío, caliente o templado, tacto fino o áspero, irregularidades en la superficie, tamaño relativo con las manos, duro o blando, seco y húmedo...
EL OÍDO: lo agitamos para ver si hace ruiditos, le damos golpes con la mano, con otro alimento igual, con los dientes, con la mesa... y atendemos a las diferencias de sonidos que salen.
EL OLFATO: Olemos la superficie por diferentes partes y pensamos en lo que nos sugiere. Algunos alimentos no huelen apenas y otros necesitan que se les rasque un poco la superficie.
Abrimos los alimentos, o los partimos por la mitad, o los pelamos... según el caso y ahora hacemos una análisis rápido de todos los sentidos ahora que está abierto: colores, formas, olores, tacto, humedad... En la medida que los peques van dominando esta actividad podemos ir alargando esta parte pero al principio yo solo abro una cosa, por ejemplo, una nuez, y la vemos entre todos, porque es complejo abrir 15 nueces (¡Conozco mis limitaciones!), pero otros alimentos si permiten una manipulación fácil.
EL GUSTO: ahora ya estamos preparados para probar el alimento y así lo hacemos y ¡Ummmm! Todo está mucho más rico cuando le has dedicado tanto tiempo a observarlo. Definimos el sabor: dulce, amargo, salado, ácido... si está húmedo, si cruje, y finalmente si nos gusta o no.
La hora de representar lo que expresamos
A continuación realizamos una actividad en la mesa sobre el alimentos que hemos comido. Al principio son sencillas y hay varias tareas básicas: repasar el nombre del alimento, colorear según lo que hemos visto y expresar si nos gustó o no. Allí mismo volvemos a repetir muchas de las observaciones: olemos, miramos, manipulamos... hay que dejar a la mano al menos una muestra del alimento para que puedan hacer los trabajos "con los sentidos".
A medida que va pasando el curso las tareas son más complejas: escribimos o copiamos el nombre, dibujamos o realizamos trabajos de texturas y colores según la superficie, escribimos nuestra opinión...
También se pueden hacer murales, cantar canciones, bailes y expresar de diversas formas lo que hemos sentidos. En ese sentido espero pronto ir investigando y ya os comentaré.
Finalmente con la recopilación de todos los trabajos del curso hacemos un libro que recoge nuestras observaciones con los alimentos de la cesta viajera.
CONCLUSIONES:
Los sentidos son susceptibles de ser educados. En realidad de lo que se trata es de hacer "perceptible" para los niños y niñas todos esos detalles que están en su entorno, abrir su cuerpo al mundo que les rodea y enseñarles a mirarlo de manera más curiosa e investigadora. Educamos así su cuerpo y su mente y generamos las bases para el despertar de su inteligencia más abstracta.
Hay miles de formas de hacerlo, dentro y fuera de la clase: oír música, escuchar la lluvia, caminar por la hierba, acariciarla y olerla, hacer masajitos, ... cada instante es susceptible de ser aprovechado para educar los sentidos pero para ello lo más importante es que nosotras, como maestritas, tengamos los nuestros bien despiertos, porque no podemos pretender enseñar lo que no percibimos, igual que un sordo difícilmente puede explicar unos acordes.
Ésta actividad es una idea original de http://aventuradiminuta.blogspot.com.es/2012/11/la-cesta-viajera-la-educacion-de-la.html
Hoy la cesta viajera la ha traído Saúl y nos ha traído naranjas. Hemos trabajado todo lo anterior con ellas y al final todos estaban impacientes por probarlas.
A la mayoría les ha gustado un montón, los demás por lo menos las han chupado y probado un poco para comprobar su sabor. Pero al final ¡¡¡¡no ha sobrado nada!!
Primero las hemos tocado y olido. Su piel era rugosa y olía muy bien.
También hemos hablado de su forma. Era redonda y con forma de círculo, pero se parecían más a unas pelotas que a los discos. Eso era porque eran esferas y no círculos.
A continuación hemos abierto una por la mitad y la otra la hemos pelado. Hemos podido comprobar cómo son por dentro y los dibujos que hacen y cómo son si las pelas. Hemos tocado y olido la media naranja, la piel. Hemos visto cómo la piel es distinta por fuera y por dentro. El tacto también es distinto, al igual que su olor...
Y por fin las hemos probado... ¡¡¡Nos hemos comido todo!!!!!
Estamos deseando que llegue de nuevo la cesta viajera a clase. ¿quién será el siguiente y qué cosa nos traerá?
Me gusta tu idea!! Siempre he hecho el libro viajero pero me gusta más, mucho más la cesta viajera!!!
ResponderEliminar