LA ENSEÑANZA QUE DEJA HUELLA NO ES LA QUE SE HACE DE CABEZA A CABEZA, SINO DE CORAZÓN A CORAZÓN.

Howard G. Hendricks.

viernes, 20 de enero de 2017

ENTENDER Y GESTIONAR RABIETAS DESDE EL RESPETO

El tema de las rabietas y como afrontarlas, gestionarlas, prevenirlas... es un tema que preocupa y para el que no siempre nos sentimos preparados como padres. Así que aunque no existen recetas ni soluciones mágicas, sí que podemos tener en cuenta ciertos detalles para sentirnos un poco más seguros a la hora de manejar y acompañar esas situaciones.


Te voy a contar mi manera de gestionar las rabietas, que no es la única ni la mejor, simplemente es la que yo utilizo a día de hoy, tal vez mañana aprenda algo nuevo que me haga replantearme alguna cosa, la maternidad es siempre un work in progress😉
Yo siempre he pensado que el primer paso es entender qué es una rabieta y por qué se produce, sólo eso nos va a dar una nueva visión y nos va a poner en una posición mucho más comprensiva y empática.
Una rabieta se produce cuando una persona, ya sea niño o adulto (sí, los adultos también tenemos rabietas, pero las llamamos "perder los papeles"), no sabe expresar sus emociones de enfado y/o frustración de una manera apropiada y asertiva (con palabras), y en lugar de eso da salida a esa emoción a través de un comportamiento inapropiado (gritando, pataleando, golpeando objetos o personas, dando un portazo...). En el caso de niños muy pequeños es habitual que todavía no tengan un lenguaje muy desarrollado y por eso no pueden comunicar cómo se sienten, y en el caso de niños más mayores o de adultos, es posible que aunque puedan hablar no sean capaces de identificar cómo se sienten, aceptarlo y expresarlo de manera apropiada.
Ahora que sabemos por qué se produce una rabieta, vamos a retroceder un poco, si la causa de la rabieta es el enfado, vamos a preguntarnos de dónde viene ese enfado. En cada caso el origen del enfado va a ser diferente, y no siempre va a ser fácil identificarlo, pero por norma general, el enfado se produce porque nuestras necesidades no están cubiertas, así que tiene bastante sentido intentar buscar cuáles son esas necesidades en ese momento. Vamos a verlo con un ejemplo de hace unos días:
Terminamos de cenar y le recordé a Sara (2 años y medio) que teníamos que lavarnos los dientes, otros días se va tan feliz al baño a hacerlo, pero ese día en vez de eso se tiró al suelo llorando.
Podría haber reaccionado de varias formas pero antes de reaccionar decidí respirar hondo y pensé: "Vale, ahora mismo tengo dos objetivos, que se lave los dientes y que aprenda a expresar sus emociones y sus necesidades de forma apropiada"
Así que decidí empezar por el segundo, ya nos lavaríamos los dientes después. Me agaché para estar a su altura e intenté buscar el origen del enfado, la necesidad no cubierta. Yo sospechaba que era cansancio, pero también podía ser que se hubiera enfadado porque yo le había recordado que tenía que lavarse los dientes en vez de dejar que se acordase ella misma o que lo mirase en su tabla de rutinas, o podía ser otro motivo totalmente diferente... Así que le dije, con la voz más clamada que pude articular:
"Parece que estás muy enfadada, ¿estás enfadada?"
"Sí"
"¿Me quieres decir por qué estás enfadada?"
- "No"
- "A lo mejor puedo hacer algo para que te sientas mejor, ¿qué necesitas?"
- "¡Quiero teta!"
- "¿Quieres teta en la cama para dormir?"
- "Sí"
"Vale, ¿que te parece si vamos juntas a lavarnos los dientes y después nos vamos a la camita a tomar teta?"
A lo largo de la conversación fue bajando su enfado y al final ya no lloraba, cuando le hice mi propuesta hizo un gesto como que no le convencía lo de tener que lavarse los dientes, ¡ella quería teta ya!, pero me dijo "Vale mami", y nos fuimos al baño.
Antes de seguir quiero aclararte que no todas las rabietas son así, te pongo este ejemplo porque en este caso la situación se solucionó rápido y no quiero que el post quede excesivamente largo, pero obviamente no siempre es tan rápido, no siempre es tan fácil, y no siempre tengo la calma o el tiempo necesarios para  gestionar una rabieta tal y como me gustaría. Pero este ejemplo me sirve para mostrarte algunos de los puntos que yo considero importantes a la hora de gestionar una rabieta respetuosamente:
  1. Piensa que si tu hijo está teniendo una rabieta no lo hace por gusto ni para sacarte de tus casillas, ni para probar tus límites. Tener una rabieta no es agradable, a nadie le gusta esa sensación de perder el control, y los niños no son una excepción. En vez de ponerte a la defensiva, muéstrale que estás de su lado.
  2. Al agacharte para hablarle desde su altura, mirándole a los ojos, le estás mostrando a tu hijo que le respetas, que no te sientes superior a él y que estáis juntos en esto. En vez de sentir que le juzgas o le riñes desde arriba, va a sentir que sois un equipo. Este detalle del lenguaje corporal ayuda mucho en la comunicación con los niños en general, no sólo durante una rabieta.
  3. Es importante no juzgar la emoción, no queremos que el niño piense que enfadarse es malo, queremos que aprenda a identificar esa emoción, aceptarla y expresarla de forma apropiada.
  4. Etiquetar emociones es neurológicamente calmante. Ayudar a tu hijo a poner nombre a sus emociones le va ayudar a calmarse porque va a entender lo que le está pasando y va a poder recuperar el control. Además va a aprender a verbalizar lo que siente, a comunicarlo de manera apropiada cuando se encuentre con otra situación parecida, es decir, le estás ayudando a superar esta rabieta y a prevenir futuras rabietas.
  5. La empatía calma, cuando el cerebro percibe empatía el nervio vago relaja el cuerpo. Esto es algo que leí hace tiempo en el libro Brain Rules for baby de John Medina, está demostrado científicamente y además es de sentido común. Si estás teniendo una rabieta y percibes que la otra persona se pone en tu lugar y te intenta comprender, lo lógico es que te sientas más calmado y más abierto a comunicarte con esa persona, ¿verdad?
  6. No pretendas razonar con el niño hasta que no se haya calmado un poco. Durante el momento más intenso de la rabieta se produce lo que se llama secuestro amigdalar o secuestro emocional, y el cerebro pierde en gran parte la capacidad de razonar.
  7. La pregunta, "¿qué necesitas?", es clave en esta conversación. Por un lado va a hacer ver al niño que estamos genuinamente interesados en cómo se siente y en ayudarle a sentirse mejor, y por otro lado, si el niño nos da una respuesta (que no siempre es así), vamos a tener una información valiosísima tanto para solucionar esa situación como para anticiparnos a situaciones similares en el futuro.
  8. Hay niños con los que todo lo anterior no funciona hasta que ha pasado un tiempo (unos minutos o un buen rato). Seguro que conoces adultos a los que no les apetece hablar “en caliente”, prefieren estar solos cuando están en el momento más intenso de la emoción y hablar después, “en frío”. Con los niños ocurre igual, si ofrecemos ayuda y la rechazan tenemos que respetarlo, únicamente nos aseguramos de que durante la rabieta no se hagan daño a sí mismos ni a otras personas ni al entorno, y les decimos que estamos disponibles si nos necesitan.
Como ya he dicho, cada niño es un mundo y cada rabieta es diferente, incluso nosotros reaccionamos de manera diferente en función de nuestro estado de ánimo, nuestro nivel de cansancio... pero espero que estas ideas te sirvan de ayuda.
http://www.montessoriencasa.es/entender-gestionar-las-rabietas-desde-el-respeto/

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